viernes, 12 de febrero de 2010

Realidad

Placer, placer aquel de mirar, placer aquel de escuchar, placer dulce de oler, placer inmejorables de sentir. No importa cuánto dure, no importa la causa ni el resultado porque el momento efímero te hace volar sin miedo, sin conciencia guiado por el instinto de encontrar felicidad.

El placer ahogado del orgasmo idiotiza, retarda y mata la razón; nos expone indefensos al peligro del dolor que destroza cada miembro y amortigua totalmente el cerebro. Nos deja inconscientes, intocables, inalcanzables, en aire de donde nos soltarán los hilos de la vida para que la tierra nos detenga en la caída, nos abrase y nos diga: bien venidos de vuelta a la realidad.
Esa realidad donde no hay placer, ni sueños, poco aire, mucho infierno; pero es conocida, segura, palpable y rotundamente verdadera. La realidad donde nos defendemos, donde nos rearmamos para curarnos las heridas profundas que los sueños han dejado.

Realidad aunque no me gustes, te quiero, te necesito porque mientras más te tenga dentro, más deseo y más espero al que no será un sueño, al que vendrá de gris para atarme a su muñeca y obligarme puramente a vivir la vida chiquita…