domingo, 2 de agosto de 2009

El placer de simplemente mirar



Los placeres momentáneos, intrascendentes y, como algunos dicen, mundanos son los que dotan a nuestra vida de un chispa que nos saca de la cotidianidad y nos mueve a seguir adelante en un enorme lago de aguas apacibles. Claro está que no todos permanecemos estancados e inmóviles pero cada vez es más difícil remar para provocar ondas en las aguas quietas.

Sin embargo este tipo de placeres superficiales quizá hasta vanos y frívolos vienen a provocar en nosotros un sinfín de emociones, calores o pensamientos. El goce puede estar en comerse un gran trozo de pastal de chocolate o por otro lado comerse un gran bocado de amor casual sin más compromiso que el acuerdo mutuo. Pero en cualquiera de estos deleites se inmiscuyen todos los sentido pero, siempre, uno en especial.

Hasta hace pocas semanas no conocía lo increíblemente excitante que puede ser ver y sólo ver, no tocar ni oler, nada de besar ni morder. El sentido de la vista puedo llevarnos lejos si un agente externo lo incentiva. Bastará decir que nos sólo las artes visuales pueden brindarnos placeres, sin duda, más duraderos del que me voy a referir ahora, mismo que de artístico y cultura no tienen pero nada.

Siempre he pensado en lo grotesco y morboso que resultan los strepers, ya sean estos femeninos o masculinos; sin embargo la última y única experiencia cercana a esto cambió mi perspectiva. No se trata sólo de ver un cuerpo masculino, digamos, bien modelado, bronceado y cuidado; se trata de la libertad lujuriosa que adquieren las mujeres durante casi una hora de show. 50 o 60 minutos donde se permite toda clase de expresiones groseras, picaras o mal intencionadas hacia un hombre que es visto como una cosa, una cosa más que linda, deseable, acariciable, tocable.

Mientras observaba como el señor, se iba despojando de sus ropas y accesorios al bien escogido ritmo del reguetton, mi cara sentía el calor que poco a poco me bajaba del cuerpo. No podía gritar como las otras pero sin duda la alharaca me iba envolviendo en un estado de estupefacción único; sólo tenía ganas de reírme a carcajadas y no perderme ni un sólo instante de lo que estaba viviendo y viendo.

Las luces hacían vibras aun más las emociones, luces que como flashs de cámaras fotográficas me mostraban los movimientos impúdicos de una Adonis criollo. La mejor parte fue cuando el muchacho, lejano a contemplaciones y restricciones, toco, alzo, beso y acaricio a la próxima novia. Uyyyyyyyy ese fue el placer de mirar y lanzarse dementemente al goce morboso de la admiración de un envase humano.

Experiencias como estas tan banales y sin trascendencia, nos dejan en esos momentos de goce que lejos de ayudarnos a crecer nos distraen y hacen menos monótona nuestra rutina.






3 comentarios:

  1. simplemente, "si hay qie gozar de los placeres mundanos" y no por el hecho de que la sociedad los haya etiquedao así, mas bien por que son parte de nuestro instinto, pero hasta para gozar de ellos hay que saber con quien..!!!

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  2. Danyzu te pasaste con este texto. Como con un tema tan superficial, cotidiano y fribolo se puede crear algo tan bueno. Bien ahi.

    Vallejo

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  3. Pues sí valle de cualquier cosa se puede escribir, solo hay que tener la actitud y el glam como dirian en Ambato jejeejeje. Gracias por leerme, espero que sigas visitando mi blog

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