sábado, 22 de agosto de 2009

La tristeza: cálida y naranja

La tristeza inevitable se mantiene infatigable sin cambiar el sentir de aquel “ser” que tiene en sí la ineficiencia de la imperfecta debilidad.

Cada vez es más la desesperanza que incapacita a la alegría y mata a la felicidad. La equilibrada existencia desaparece entre paredes que aíslan al “ser” de la galaxia.
Mientras más se aleja la felicidad, es más deseada; y mientras ésta es más cercana, más se extraña la tristeza que es la palabra llena de belleza cálida y naranja.

Alimentar al alma es difícil al sentir la calabaza en la garganta cada día de la vida. Sin saber que pasa, la insensatez mata y el presente nada tiene para dar. Mientras que la gente entiende nada de la débil flama de la vida que se apaga, el “ser” intenta hallar la salida para dejarse llevar hasta llegar a la esperanza para crecer y trascender.

Para que el ave empiece a aletear sin que nada salga mal, el alma y el “ser” deben caminar de la palma y avanzar. Pisada a pisada seguirá, el ave que tiene en la cara la lagrima que refleja la tristeza inmaculada. La tristeza que amigable se mantiene decidida a quedarse en el “ser”, sin negarse a abrirse a la galaxia para seguir y mantenerse en la belleza de ser la naranja y cálida palabra.

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